Círculos viciosos

saucisse74

Paris, la vida en sociedad, la interacción entre vecinos. Los habitantes de un edificio modesto son perturbados por cualquier cambio de rutina.

El vecino del piso siete es un tipo educado, elegante y buenmozo, blanco de ojos marrones. Parece todo un hombre de mundo cuando sale por las mañanas con su gabardina, sus zapatos de punta impecables y su sombrero, muy viajado. 


Vive con una morena de una belleza exótica. Se conocieron en New York. Hacen muy bonita pareja aunque casi nunca se les ve juntos. Viven en un apartamento de 85m² con terraza, pero no tienen hijos. Cada uno muy ocupado con sus carreras, él se va muy temprano y regresa tarde. Ella, se encierra en el taller desde temprano y se le van las horas pintando minusiosamente sus grandes cuadros coloridos.


El vecino del piso siete siempre intercambia algo más que los buenos días con sus vecinos cuando los encuentra en el ascensor o en el hall del edificio, algunas palabras. Sin llegar a ser entrometido, se las ingenia y siempre consigue que sus vecinos crean que él se interesa por lo que la gente que le dice, cuando en realidad simplemente le intereza guardar buenas relaciones.


Ultimamente el vecino del piso siete a cruzado a la nueva vecina de la planta baja. Esa que tiene cuatro niñitos. En tres meses, nunca ha visto a su marido, así que asume que es madre soltera. Cada uno en su rutina matinal, él, impecable y saliendo apurado, ella gastada y llegando agotada, han intercambiado mas que miradas complices.


Aunque se han visto por lapsos muy cortos de tiempo, para él en su mundo perfecto y estereotipado, ella sólo puede tener una profesión, si la tiene. Prostituta, la pinta barata y el maquillaje exagerado dicen mucho sobre la persona-zombi que él cruza en las mañanas cuando tiene que ir al aeropuerto. Las peluqueras no trabajan de noche, una recepcionista no tendría abrigos de pieles de colores, una enfermera no tendría tacones tan altos... y esa mezcla de olor a cigarrillo y perfume...


Esta nueva presencia en el edifico genera en el vecino del piso siete, cierta incomodidad. Aunque se pudiera decir que él casi nunca está y que ademas no se entera de nada porque vive en el piso 7 (el mejor apartamento de todo el edificio) la verdad es que esta mujer lo perturba. 


Los vecinos del segundo piso son chinos y hacen que el edificio huela a arroz todo el día, pero no importa ellos tienen un restaurante al lado y él compra regularmente algunos de sus platillos para servir a la hora del aperitivo. La vecina del piso 3 hace ruido, pero no importa es una pianista retirada con una vida interesante. La señora del piso 4 que cuida niños tiene un marido alcohólico, pero no importa ella tiene las llaves de su apartamento y de vez en cuando plancha sus camisas por poco dinero. Los gay del piso 6 hacen fiestas seguido pero no importa porque conocen mucha gente en el circulo del arte... Pero esta mujer perjudica la imagen del edificio y además en que le puede servir?


Ultimamente el vecino del piso siete, hombre ejemplar, a dejado caer de manera accidental algunas colillas de cigarrillo en el ascensor y hall del edificio, esperando que alguno de sus vecinos reaccione y así se pueda discutir de algo más que el estado del tiempo o de la crisis, algo mas sobre los problemas del edificio o mejor aún del problema que representa la vecina de planta baja y sus actividades nocturnas.


Los días pasan y hay colillas por todos lados. Sin embargo y aunque los vecinos no pueden soportar mas la suciedad del edificio, todos se quejan con la concerje y no se hablan entre ellos, porque después de todo ella es la que limpia y si el edificio está sucio es porque ella no está haciendo bien su trabajo. 


La concerje del edificio agobiada con las quejas pide ayuda al proprietario del edificio, por miedo a que los vecinos escriban una petición y terminen por botarla. El proprietario del edificio decide poner un afiche, que dura dos días sin que alguien escriba groserías, pidiendo a los vecinos de tener cuidado y mantener las instalaciones limpias... con lo que la situación se tranquiliza un par de semanas.


Lo que nadie sabe es que el vecino del piso 7 está en Hong Kong vendiendo el nuevo producto de la compañía donde trabaja y que no regresa sino hasta el mes que viene porque luego va a Singapur y a Nueva Deli. Mientras tanto, la pintora del piso 7 sigue en su busqueda de la expresión del color à través de retratos de mujeres africanas, las colillas han desparecido, los vecinos están contentos y la nueva vecina de la planta baja se hace discreta y trabaja duro por su dinero, pagando su alquiler a tiempo como los otros vecinos del edificio de la calle Jean-Louis Forain.

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