Game over

élodie Côté

Asunción López, antigua bailarina eminente, dormía apaciblemente acurrucuda en un silencio sin acabar. Unos años atrás, los médicos habían decidido instalarla en la habitación número 22. Fue entonces cuando aparecieron los primeros síntomas de su propia caída.

Cada noche era un ritual en sí. En plena vida nocturna, a eso de las cuatro de la madrugada , siempre se despertía empapada de sudor. Bajo el impulso de alucinaciones por culpa de las prescripciones medicamentosas, se vestía de héroe dotado de poderes. Cada noche llevaba puesto un traje de submarinismo negro y rojo adornado de las perlas más refinadas. Vagaba en los corredores del hospital psiquiátrico con la intención de salvar unas vidas. Sin embargo, los médicos de guardia, armados de agujas, siempre estaban listos para refrenarla. Al despuntar el día, solía mirar por la ventana. Observaba los pájaros libres, el paisaje cambiante, la hermosura de una naturaleza depurada de la barbarie humana.

Una noche, mientras su afán por sentir la ilusión de la libertad se hacía más grande, puso su traje con una determinación sin parangón. Así, usaba de artimañas para librarse de los médicos. Lo consiguió con una facilidad desconcertante. También logró subir la escalera hasta encontrarse en el tejado del hospital. Pensaba que podía volar, ser guiada por una fuerza celeste. Sólo la atracción terrestre desembocó en su muerte inminente.

Lo que no sabía Asunción López es que fue la víctima de un jugador empedernido. Al manejar su joystick, se sentía todo poderoso. GAME OVER.

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